Los diez principios para tomar la decisión adecuada.
Por Pablo Maella y Miguel Ángel Ariño.
Words of Coaching.
El miedo a fracasar en ocasiones hace que no decidamos, pero no tomar decisiones tiene sus consecuencias. Nuestra eficacia personal y la de nuestras empresas dependen en buena medida de cómo decidimos.
En situaciones de incertidumbre, un proceso adecuado de toma de decisiones es especialmente relevante. Con la premisa de que la decisión es el acto directivo fundamental, Adecco Professional ha reunido a 120 directivos en la conferencia ¿He tomado la decisión correcta?
Los profesores de la escuela de negocios IESE, Pablo Maella y Miguel Ángel Ariño, presentaron los diez principios fundamentales para la toma de decisiones, teniendo en cuenta que decidir es elegir y elegir es renunciar, y que, por supuesto, a la decisión va unida la posibilidad del error. Por eso a veces nos cuesta decidir y acabamos no decidiendo.
Pero la práctica por sí sola no es suficiente: a andar se aprende andando y a nadar nadando, pero a tomar decisiones no se aprende sólo tomando decisiones. Se aprende a decidir cuando se interiorizan unos principios básicos, ya que posibilita que podamos ir mejorando con independencia de los resultados de nuestras decisiones.
Estos diez principios básicos se resumen en el siguiente decálogo de toma de decisiones:
1. Preocúpate por decidir bien más que por acertar:
Es habitual tener un injustificado sentimiento de responsabilidad, el cual nos lleva a pensar que si hacemos las cosas bien todo saldrá como estaba previsto.
2. Identifica claramente tus objetivos:
Si no sabemos dónde vamos difícilmente llegaremos. Es fundamental plantearnos ¿qué quiero/necesito conseguir?
3. Planteamientos realistas:
El marco de referencia condiciona nuestro curso de acción. Es imprescindible que nuestros planteamientos puedan desarrollarse en la realidad.
4. No te autoengañes, es muy fácil hacerlo:
Cuando tomamos una decisión solemos buscar razones que avalan nuestra alternativa y no consideramos las razones que la cuestionan. Este problema se acrecienta cuando nos rodeamos de gente que piensa como nosotros, por eso, cuanto más heterogéneo sea el equipo directivo mejores serán las tomas de decisiones.
5. Atiende sólo a la información relevante:
Esta información es aquella que reduce la incertidumbre a la hora de tomar una decisión y que su coste es inferior al beneficio que aporta. Sin embargo, a veces utilizamos otra información que no es la relevante y nos lleva a tomar malas decisiones.
6. Reconoce la incertidumbre y gestiónala:
Tenemos miedo a la incertidumbre y no sabemos manejarnos en ella. Por eso, es fundamental aceptarla, plantear varios escenarios y hacer planes contingentes para cada escenario. En general, no aceptamos la incertidumbre de los grandes proyectos, prueba de ello es que el 65% de los procesos de fusión no funciona y la mayoría de los proyectos emprendedores no tienen éxito.
7. Sé creativo y genera alternativas:
Solemos pensar que la primera alternativa es la buena, pero no hay ninguna razón para afirmar que ante un problema ésa sea la mejor. En realidad, a más alternativas, en principio, mayor calidad de las decisiones. Sólo el 10% de las decisiones que se toman en una empresa son urgentes, y el 10% de ese porcentaje de decisiones requiere una actuación inmediata.
8. Consecuencias de las decisiones:
Juzgamos muchas veces nuestras decisiones por lo eficaces que son, pero las decisiones tienen otro tipo de consecuencias. Lo que es definitivo es que podemos decidir lo que queramos, pero una vez decidido, las consecuencias están determinadas por la decisión.
9. Lo que decidas, ponlo en práctica:
A la decisión le tiene que seguir la acción, ya que ninguna decisión es buena hasta que se aplica. Un criterio a la hora de tomar una decisión es su aplicabilidad: gastar tiempo en tomar una decisión puede ser un ejercicio inútil si luego no se va a poder poner en práctica. Para ello, la voluntad es fundamental y depende de nosotros.
10. Sé consciente de que no todo es racionalidad:
El último punto nos hace tener en cuenta que también las personas tenemos sentimientos y que éstos influyen en la toma de decisiones. La cuestión es que la racionalidad tiene unos límites individuales (la personalidad, la aversión al riesgo, el querer quedar bien,…) que generan una forma de pensar distorsionada dependiendo de cada individuo (pesimistas/voluntaristas, los que piensan en que todo es blanco o negro o los que se dejan llevar por las primeras impresiones,…). Por eso, en la toma de decisiones tenemos que gestionar estos límites individuales siendo conscientes de ellos gracias al autoconocimiento.