En pleno apogeo de la era de la información y la consecuente expansión de las nuevas tecnologías, no es de extrañar que este hecho haya afectado al mundo de los negocios creando lo que hoy conocemos como comercio electrónico.
Inicios del e-commerce
Para captar a fondo el concepto del e-commerce, tenemos que conocer sus antecedentes. En realidad, este nuevo sistema de negocio se remonta a finales del siglo XIX, cuando nace la venta por catálogo. De hecho, las bases de la venta por catálogo y del comercio electrónico son las mismas: que el cliente pueda elegir los productos o servicios con tranquilidad pudiendo ver toda la oferta de la empresa. Pero no fue hasta 1970 cuando se pudo hablar oficialmente del e-commerce, momento en el que las nuevas tecnologías permitían las transferencias monetarias. Esto significaba una nueva oportunidad para las pymes y, por tanto, una ocasión única para expandirse sin límites geográficos ni temporales.
Y por fin, en 1995, el G8 creó el proyecto de un Mercado Global para las pymes con el objetivo de favorecer esta nueva estructura empresarial en todo el mundo.
Conociendo las nuevas estrategias
El concepto de inestabilidad en Internet es clave para las nuevas empresas que quieren integrarse plenamente en la red. Si sabemos cómo cambia Internet, es decir, cómo cambian las tendencias de los clientes, compensaremos esa inestabilidad con nuestros conocimientos.
Lo mejor de Internet, sin duda, es la captación de clientes potenciales, es decir, la amplia difusión de nuestros productos, pues ya no existen límites de ningún tipo para la expansión de la empresa. Todos los productos tienen cabida en Internet, no solo los artículos y servicios digitales, solo hay que saber lo que el cliente puede querer en un determinado momento, pues el tiempo, aunque no condicione a la difusión, afecta a los gustos del consumidor. Un ejemplo muy actual de esto es la nueva tienda online de Olhom, que se dedica a la venta de mobiliario y productos de decoración. Su pantalla principal cuenta con determinados estilos disponibles solo durante un tiempo limitado y, además, tiene un blog de la empresa con gran variedad de consejos. Este es un modelo que triunfa porque ha comprendido que las tendencias son indispensables y, por supuesto, que el trato al cliente virtual tiene que ser el mismo que al cliente físico.
En realidad, integrar nuestra empresa a Internet o crear una empresa nativa de Internet no es una odisea, solo hay que comprender cómo funciona el entorno y fijar nuestros objetivos. Igual que ocurre con las empresas con locales físicos, analizar el entorno también se aplica al mundo virtual. El entorno cambia, pero los clientes son los mismos.