Reflexiones sobre los libros de empresa
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jose-enebralMe lo comentaba hace tiempo un colega. En la editorial le dijeron que su libro era demasiado “científico”, y que tratara de hacerlo menos serio, más ágil, de más sencilla lectura y mayor complicidad con el lector. No lo consiguió en suficiente medida, y se lo publicaron finalmente con otro sello de la casa. Quizá el libro no resultara suficientemente ameno —ni acaso suficientemente interesante—, pero él se proponía ofrecer a directivos y profesionales, con cierto detenimiento, algunas reflexiones en la sugestiva área de conocimiento que abordaba.

Cuando me relataba el caso, convinimos en que, así como una prestigiosa agencia de conferenciantes decía años atrás estar en el negocio del “entretenimiento oral de públicos selectos”, una editorial de libros de empresa podría pensar más en contribuir al ocio de los directivos, que en hacerlo a su desarrollo. De hecho, también en la enseñanza a menudo puede que se valore más un seminario por ameno (entretenido), que por efectivo (aprendizaje valioso, aplicable). Estas y otras cosas comentamos a nuestro aire —sin mayores pretensiones—, aunque pronto hablamos de otra cosa y ahora quisiera prolongar el recuerdo y la reflexión.

Sí, en verdad y por ejemplo, una película, o un programa de televisión, puede destacar por su número de espectadores, pero caben otras consideraciones al valorar su contribución al cine o a la televisión. Y así con los libros de empresa. En la universidad, los libros han de facilitar el aprendizaje de los alumnos en los diferentes campos, pero la cosa es ciertamente diferente para los directivos en ejercicio, incluso aunque se hable mucho del aprendizaje y desarrollo personal-profesional permanente.

Algunos directivos intermedios esperan que sus acciones formativas habituales —lecturas incluidas— resulten amenas, entretenidas, y la verdad es que cuentan con razones para ello ya que, por mucha ciencia que se les ofrezca, no van a conseguir recetas específicas o ajustadas, aplicables en las muy particulares situaciones que cotidianamente han de encarar; sin embargo, el afán de aprender y saber de otros muchos ejecutivos y directivos supera a veces la casuística de su entorno más próximo, y hasta puede sobrepasar su afán de logro o de poder.

Son numerosos los aspectos a considerar, pero habría que decir que, así como en otros campos del saber hay mayor atención al rigor científico, en la literatura del Management podemos encontrar certero saber y, asimismo, singulares e interesados puntos de vista de autores no tan científicos, aunque bastante amenos algunos. Para publicar un libro (o un artículo) se precisa una editorial interesada en hacerlo, y acaso tenemos por expertos a autores que no siempre lo somos tanto. Ocurre también con los conferenciantes, algunos de los cuales son percibidos a veces como “teóricos de salón”, por muy entretenido que sea su discurso. De estas cosas hablábamos.

Libros de Empresa

De modo que, en principio y entre los llamados libros de empresa (en una reunión a que asistí hace meses, surgía la pregunta de qué debemos entender por tales), habríamos de considerar, por un lado, los que contribuyen con rigor a alguna de las áreas de la Economía y el Management (o al desarrollo de directivos y trabajadores) y, por otro, aquellos menos ambiciosos o rigurosos en lo científico, y quizá más orientados a la reflexión oportuna, acaso entretenida, aunque pasajera. Seguramente esto es una simplificación mía muy atrevida, pero sí que hablo a veces con mis colegas de libros de una única y rápida lectura, y libros de consulta, llenos de anotaciones a las que uno prevé acudir de nuevo.

En todo caso, quizá con frecuencia solemos celebrar más la calidad o limpieza de la redacción que la del significado; el ritmo ágil y la expresión algo desenfadada, que la profundidad o rigor del pensamiento. Y también somos lógicamente más aquiescentes y menos exigentes cuando sintonizamos con el ideario del autor, y no tanto en caso contrario. Si uno se alinea con la Teoría X de McGregor, acaso se siente incómodo, inquieto, ante las creencias de la Teoría Y, y al revés.

Ocurre también con la globalización de la economía. Hay autores muy globalistas (me lo pareció Ohmae), que acaso dividirían el mundo en regiones económicas al margen de las fronteras nacionales, como también los hay más alineados con las divisiones políticas establecidas (más moderados, diríase). No podemos decir fácilmente —ni en esto, ni en lo de las teorías de McGregor— que una postura sea buena y la otra mala; su idoneidad depende de las circunstancias y otros factores, y debemos percibirlas como estereotipos.

Acudiendo a experiencias propias de lectura, he celebrado de modo muy especial algunos libros de ejecutivos retirados, como Watts S. Humphrey o John S. Rydz, como también algunos de los clásicos, escritos por Drucker, Bennis, Senge, Porter… Asimismo y entre lo relacionado con el desarrollo del individuo, aunque no he leído mucho (y acaso lo poco no me ha lucido), lo he hecho con satisfacción ante Goleman, Cooper, Marina, Csikszentmihalyi, Piñuel, Herreros, Gladwell…, sin olvidar a Sun Tzu, Maquiavelo o Gracián. Me parecía preciso y oportuno este párrafo antes del siguiente.

Sí, también he topado con unos pocos libros que, aunque de ágil lectura, me han parecido científicamente modestos y aun negativos; es decir que, en mi particular percepción, restaban más ciencia de la que añadían. Algunos partían de premisas muy llamativas en busca de la complicidad del lector; premisas que me sonaban falaces. Luego —porque seguía yo leyendo para ver adónde me conducían—, los autores construían sus mensajes o modelos mediante atrevidas inferencias (siempre en mi particular opinión).

Así como hay autores muy enriquecedores y alineados con el sentido común, otros tratarían a veces, a mi modo de ver, de manipular a los lectores, acaso para vender sus servicios o servir a intereses específicos. Y hay, desde luego, espacio para quienes puedan estar equivocados en sus premisas o propuestas, por muy honrosa que sea su intención, porque en principio todos vemos las cosas a nuestra manera (sin ser siempre conscientes de ello).

Todo es en verdad complejo pero hace poco topé, por ejemplo, con que un economista americano, Michael Jensen, había sido premiado en España por su visión de la integridad de los directivos, y me resultó llamativo: ya lo he comentado alguna vez. Para Jensen (coautor en varios libros sobre el tema), la integridad consiste en “hacer honor a la palabra dada”, al margen de la moral y la ética. Según él, constituye un error el hecho de situar la integridad en el contexto normativo de la ética y la moral, y lo preciso es mantener la palabra dada (aunque, en su modelo, se permite faltar a ella si no se puede mantener).

Creo, acertado o no, que la profesionalidad no se beneficia de esta visión no muy exigente de la integridad; en cambio, la visión (con reflexión moral incluida) que nos ofrecía el también americano Stephen Carter sí me pareció muy positiva; más preventiva de la corrupción… Pero sigamos ahora con otro recuerdo, más alineado con lo de colocar, promocionar, los productos propios.

También lo he señalado otras veces. Sandra Díaz y Marian García, en su libro Dirección por Hábitos. Un modelo de transformación, rechazaban con rotundidad la Dirección por Objetivos (DpO) que propusiera Peter Drucker mediado el siglo XX, porque alguien (no identificado por las autoras) había dicho que “reduce al obrero a una herramienta viviente, con esquemas de bonos diferenciales para inducirle a emplear hasta la última onza de energía”. La frase en realidad correspondía a Edward Cadbury, que la escribió en torno a 1914… refiriéndose, obviamente, a situaciones creadas por el llamado taylorismo.

Puede desde luego criticarse la Dirección por Objetivos, pero quienes (por ejemplo, Deming) lo han hecho con argumentos sólidos, han apuntado más a su aplicación, a su implantación, que a la esencia teórica del sistema. Pero sí, algunos autores han criticado, y aun denostado, la DpO en beneficio de sus modelos, sin conseguir imponer estos sobre aquella.

Otra teoría de la gestión que he visto afectada en algunos libros es la de las competencias. Como se sabe, el competency movement surgió hace cuarenta años a partir de un artículo de David McClelland. Este psicólogo americano, como quienes se sumaron a esta corriente de pensamiento, vinculan naturalmente el concepto de competencia al puesto ocupado: se es competente o no para un cierto puesto, para una cierta función, que exige determinadas competencias. Para la efectividad en un puesto no bastaba un currículo brillante y una buena calificación en los tests de inteligencia al uso, y así llegó la gestión por competencias.

Pero el profesor español Ginebra (“la gestión de personas es fundamentalmente gestión de incompetentes”) señala diez “incompetencias” fundamentales de las personas, sin que parezcan relacionadas con un puesto específico sino más bien genéricas; incompetencias que han de ser debidamente diagnosticadas y tratadas por el jefe. Habla del despistado, el distraído, el deprimido, el asfixiado, el bobo, el pasota, el caradura… y, en último lugar, del incapaz (cuyo tratamiento es la reubicación). Quizá no todos optemos por generalizar la incompetencia, ni veamos necesariamente como incompetencias algunos de estos rasgos. (El asfixiado podría estarlo legítimamente como señala el propio autor, y en general habría que ver…).

Quizá no todos optemos por generalizar la incompetencia, ni veamos necesariamente como incompetencias algunos de estos rasgos

Otro de los temas en que se nos ofrecen puntos de vista muy diversos es el del liderazgo de los directivos; diría que acaso no importa mucho, porque, por muchos libros que leamos (que muchos hay sobre el tema), en cada empresa se suele imponer el estilo de liderazgo del primer ejecutivo, consciente de las características específicas de la organización. Pero sí, hay autores que, por ejemplo y textualmente, ven al líder como aquel que logra que los subordinados hagan lo que tienen que hacer (suena a liderazgo capitalizador y acaso manipulador), y paralelamente hay otros que apuestan por el autoliderazgo de las personas tras metas convenidas (suena a liderazgo catalizador). Drucker parecía relacionar más el liderazgo con las metas elegidas que con los seguidores.

Hay también mucha literatura sobre marketing, sobre calidad… En estos y otros temas, más que destacar contradicciones entre autores, uno destacaría desviaciones de la teoría y de la profesionalidad. Algunas empresas parecen a veces poner más empeño en cuidar su imagen que en asegurar su futuro, y uno recuerda, por ejemplo, una firma (ya desaparecida) del sector del e-learning que en 2001, en alarde de prosperidad, declaraba a los medios que en 2003 cuadruplicaría su facturación para llegar a 30 millones de euros. Luego, en 2002, declaró más de un millón y medio de pérdidas y, en 2003, facturó solo la quinta parte de lo anunciado dos años antes. Como sabemos, no se recomienda la complacencia ni siquiera ante los logros ya alcanzados.

En cuanto a las teorías sobre la calidad, hay que decir que el concepto parece en ocasiones alejarse de la satisfacción del cliente, para vincularse al seguimiento de documentados procesos, sean o no los mejores posibles y aunque se sigan más en la letra que en el espíritu. No creo que fueran por ahí Deming o Juran, pero lo dejamos aquí. El lector interesado podrá asentir o disentir en función de sus experiencias, que no se trata de coincidir sino de reflexionar. Y de observar con cuidado los denominados libros de empresa y las lecturas que de ellos se hacen.

José Enebral


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15 Responses to "Reflexiones sobre los libros de empresa"

  1. Alberto López  19 mayo 2013

    Hola Pepe, excepcional artículo, como siempre. No soy consumidor habitual de literatura de management y posiblemente la razón sea la que describes, que muchos libros que encuentro por el camino son un tanto “insustanciales”.

    El último libro de Carlos Herreros, #Neuromanagement, desde luego me ha reconciliado con la literatura del management. Creo que por ahí van un poco los tiros, contar con hechos algo más mesurables en lugar de “teoría de salón” como dices.

  2. Pepe  20 mayo 2013

    Hola Alberto. Sí, ya citaba yo a Carlos, a quien sigo con interés, como a Marina y otros muchos. Pero también he leído a otros autores que me han parecido delirantes, o injuriosos contra los trabajadores, y sin embargo hasta les han dado premios. O sea, yo creo que una reflexión podría ser necesaria para convenir qué hemos de valorar… Un saludo a los lectores de MM, y a ver si aparecen más comentarios. Pepe.

  3. Jesús María  20 mayo 2013

    Interesante y acertado debate el que planteas. No es menos interesante y documentado el artículo. Vivimos en una época de cambios, a la que la empresa y el management no pueden estar ajenos. Está cambiando el concepto de trabajo, el de las relaciones entre trabajador y empresa, y el posicionamiento mismo del trabajador en la empresa. El managemet no puede obviar estos cambios y ha de evolucionar con ellos. Y liderarlos.
    Es por eso que, estimo, que el el llamado libro de empresa no puede ser considerado ya como un concepto monolítico. Es por eso que ya hay pocos libros de empresa “puros”. Hoy, la literatura empresarial -y solo hablo de la materia- debe nutrirse, entre otras disciplinas, del coaching, del marketing y la comunicación, del branding, y de un aspecto de la ciencia que se está abriendo camino a pasos agigantados: los nuevos descubrimientos que sobre la inteligencia humana se están produciendo. Un directivo no puede sustraerse al entorno en que vive. No puede vivir de espaldas a lo que sus trabajadores y la sociedad demandan. No puede ignorar lo que sus trabajadores y sus clientes demandan.

  4. Alberto López  21 mayo 2013

    Al final es como tú sueles decir Pepe… casi todas las visiones del management se reducen a una mayor o menor graduacion de la teoría X y la teoría Y.

    Creo que la crisis ha dado carta blanca a muchos, no para mejorar, sino para retroceder en muchos aspectos de la gestión (y me refiero aquí a la última parte del comentario de Jose María).

    Un saludo a los dos,

    Alberto

  5. ADRIANA DELGADO  29 enero 2019

    Buenas tardes, en mi humilde opinión los libros Empresariales son ciertamente aburridos pero lo que pasa sinceramente es que no son para todo tipo de lector aunque hay que reconocer que se pueden hacer un poco mas entretenidos a través de tablas y gráficas que también lo hagan mucho mas didácticos y entretenidos sin olvidar su fin que es netamente educativo.

  6. ADRIANA DELGADO  20 febrero 2019

    Muy buenas noches, otra cosa que acotar es ciertamente el esfuerzo por cambiar el patrón de estos libros empresariales y tratar de poco a poco hacerlos mas atractivos a otro tipo de lectores.

  7. Ana Maria  18 abril 2019

    Los libros empresariales van a ser utiles de acuerdo a las exigencias del lector. Muy buen planteamiento Pepe, y los cambios del mundo actual influye mucho en la forma en la que se presenta su contenido.

  8. Lidda  23 abril 2019

    Buenas tardes, Muy bueno y coincido en cada palabra puesta aqui, son muchos puntos de vista con respecto a los libros empresariales pero como acotaste en el articulo “El lector interesado podrá asentir o disentir en función de sus experiencias, que no se trata de coincidir sino de reflexionar.”

  9. Pepe  24 abril 2019

    Vuelvo aquí tras una prolongada ausencia por enfermedad. Celebro que mi texto haya resultado de algún interés y agradezco los comentarios; estoy, sí, agradecido y sorprendido. Ayer fue el día del libro y quizá eso me ha hecho recordar aquellas reflexiones mías sobre los libros de empresa… Solo quería añadir que hemos de leer todo con pensamiento crítico (bien entendido), con actitud sintópica, con cierta prevención, sí; pero seguramente no hacía falta decirlo. Gracias.

  10. Lidda  17 julio 2019

    Me parece muy interesante su texto, espero que continue escribiendo.

  11. Alberto López  9 septiembre 2019

    Gracias a tí Pepe, como siempre por tus comentarios y por tu presencia en Managers Magazine.
    Espero, creo que como todos, que te repongas muy pronto. Un fuerte abrazo,

    Alberto

  12. CALUCHO  20 septiembre 2019

    SALUDOS, ME PARECE EXCELENTE TODAS LAS MODIFICACIONES E INNOVACIONES PARA HACERLOS MAS ATRACTIVOS Y LLAMAR MAS PUBLICO

  13. lidda03  11 octubre 2019

    Maravilloso artículo y muy útil, su redacción es increíble.
    Usted es un escritor maravilloso, 5 estrellas y felicidades.

  14. Pepe (José Enebral)  13 octubre 2019

    Gracias Lidda, me has movido a leerlo de nuevo y lo veo aún vigente, sí… Escribo por placer, sin mayor pretensión, pero es verdad que hay editores que confían en mí y me publican. Y hay lectores que me leen, incluso a veces con alguna satisfacción. Pues no me queda sino sentirme agradecido.

  15. JOSE HERNANDEZ  22 noviembre 2019

    SALUDOS, ME ENCANTA LAS MODALIDADES QUE EXISTEN AHORA EN LOS LIBROS EMPRESARIALES PARA HACERLO MAS ATRACTIVOS Y MAS EN ESTA EPOCA QUE HAY CADA VEZ MAS JOVENES EMPRENDEDORES.

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