
En momentos como los que vivimos en los últimos años, donde cada vez se nos exige tomar más decisiones difíciles y resolver asuntos complejos, sorprenden las opiniones de los expertos (en áreas de la filosofía, psicología y economía) respecto a las conductas más habituales ante estas situaciones.
Vale la pena dedicar una reflexión a la manera en que resolvemos nuestras situaciones vitales o profesionales, para estar atentos y preparados cuando se nos presenten este tipo de situaciones.
Curiosamente, aunque la decisión tenga consecuencias graves, parece que tendemos a “hacer la vista gorda” respecto a nuestros valores y referencias éticas, y evitamos que condicionen nuestra actuación. Sin embargo, tras haber decidido, parece que hacemos un contraste con ética y valores, en un ligero intento de justificar la decisión tomada.
Ante situaciones donde la información relevante es desconcertante o incierta, se recurre a normas genéricas de aplicación rápida. Los economistas Daniel Kahneman y Amos Tversky comprobaron la frecuencia con que se recurre a la “falacia del jugador”, en la que se espera una buena mano sólo porque las cien anteriores fueron muy malas y se descuida el hecho de que las probabilidades sean invariables a esa casuística.
Asimismo, el profesor Philip Johnson- Laid demostró como, aunque se disponga de reglas de inferencia y herramientas de razonamiento, se aplican referencias globales y de contexto, aumentando la probabilidad de “errores de bulto”.
Finalmente, parecen fascinarnos las posibilidades positivas. En cuestiones económicas por las posibles ganancias, descuidando las pérdidas y en asuntos de salud por las vidas que podrían salvarse, olvidando las que podrían perderse.
Ahora, debes preguntarte ¿Qué lugar ocupan en tus decisiones vitales las corazonadas, pálpitos y presentimientos? Los estudiosos del tema evidencian que sólo con el conocimiento de las herramientas adecuadas no vale, hay que experimentar personalmente en estas situaciones complejas. En este sentido, ¿Cómo han sido tus experiencias?
Fuente: Artículo originalmente publicado en areadeliderazgo.blogspot.com y cedido por Jose Luis Ojembarrena Cabello.
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