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Ser funcionario no debe (o no debería) ser una vocación en si mismo. Es decir, los niños dicen yo quiero ser maestro, médico, astronauta, secretaria, jefe, etc. El problema es cuando los adultos dicen “yo quiero ser funcionario” sin que esta afirmación esté motivada por una verdadera vocación laboral. Eso en la mayoría de los casos conduce a un trabajador frustrado.

Hay, por el contrario, profesiones verdaderamente vocacionales que pasan inexcusablemente por preparar unas oposiciones bomberos, policías o cualesquiera otras, pero el objetivo no debería convertirse en sacar una oposición “de lo que sea”.

La estabilidad de un empleo siempre es un aspecto muy positivo, una cualidad muy deseable, no cabe duda. Y en ese sentido una plaza de funcionario colma las expectativas. Sin embargo no debe ser la única cualidad positiva de una plaza, y este es el caso de un buen porcentaje de la población adulta (porcentaje que aumenta vertiginosamente en tiempos de crisis).

Un trabajo para toda la vida tiene un lado bueno y uno malo, el bueno es que es para toda la vida, puedes apartar de tu mente la preocupación por un despido que aún entrando dentro de lo posible, en la práctica es muy raro. El lado malo es que es para toda la vida y si no es tu verdadera vocación puede convertirse en un infierno.

Es peligrosamente probable que el aspirante acabe sacando una plaza que le “condena” a una vida de trabajo en algo que no le gusta, en un puesto cuya única virtud es que es estable. Ese trabajador no puede encontrar la motivación para realizarse, así que si tiene sentido de la responsabilidad tratará de hacerlo lo mejor posible y si no… pues simplemente se dejará llevar. Y eso se reflejará en el servicio que presta al usuario, en su productividad, en su relación con sus compañeros, en su actitud … en definitiva en todos los aspectos.

Así que mi consejo es el siguiente: por favor, busca la estabilidad, sí, pero en algo que te guste. Vas a estar 30-40 años trabajando en lo mismo, que sea en algo que te satisfaga. “Yo quiero un trabajo que me dé de comer, para disfrutar ya tengo mi tiempo libre” es un principio equivocado, vas a dedicar un tercio de tu vida adulta a ello, asegúrate de que también puedes disfrutar durante todo ese tiempo. Y si sucede que ese trabajo pasa por una oposición, lánzate a por ella.


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