Con motivo de la concesión de los premios Blogosfera de RR.HH. 2011, el Observatorio de RR.HH. y RR.LL. nos pidió a los galardonados (Virginio Gallardo, José Miguel Bolivar, Javier Villalba, Uxío Malvido y un servidor) una reflexión personal sobre cómo vemos el estado actual de la función de Recursos Humanos.
En el número de este mes de la revista se publica un reportaje con nuestras opiniones al respecto. A continuación transcribo la mía:
“Recursos Humanos está tomando conciencia de que vivimos en un mundo que ha cambiado y es preciso hacer las cosas de otra forma. No hay más que ver como se multiplican foros, cursos y artículos sobre los llamados “Recursos Humanos 2.0”. Sin embargo una cosa son las palabras y otra muy distinta los hechos. En este sentido compruebo a diario que no son tantas las empresas que han traducido esa sensibilidad en iniciativas concretas, y sólo unas pocas las que han logrado extraer de la función de RR.HH. todo lo que ésta puede aportar en un contexto donde la competitividad depende, sobre todo, de la capacidad de innovar y de adaptarse a un entorno volátil, complejo e incierto.
Y es que en un escenario como el actual, donde el conocimiento gana peso como factor productivo, Recursos Humanos tiene más oportunidades que nunca de añadir valor y de posicionarse como ese socio estratégico del negocio que tanto desea ser. Por ejemplo, desde esta función se puede potenciar la inteligencia colectiva de la organización, abrir la empresa a su entorno, desarrollar la autoconciencia y adaptabilidad de los individuos, fortalecer su compromiso, incrementar su capacidad para desenvolverse con eficacia en un mundo globalizado, o reconciliar conceptos aparentemente contrapuestos como eficiencia y agilidad. Pero a pesar de todas esas posibilidades, en muchas empresas las cosas siguen igual que siempre.
En ocasiones el problema reside en que a “los de RR.HH.” nos falta credibilidad frente al resto de la organización por el lastre de ciertas etiquetas que –todo sea dicho- a veces nos hemos ganado a pulso con nuestras actuaciones. También contribuye el secretismo exagerado con que hemos rodeado nuestro ámbito de competencia, aun a costa de habernos quedado al margen de muchas conversaciones. O esa endogamia insana que hace que los casos de directivos de RR.HH. que pasan a otras funciones, o viceversa, todavía sean vistos como algo excepcional, y que ha convertido a la función en un departamento especialmente estanco. Y qué decir de esas ocasiones en que hemos llevado a cabo iniciativas que poco tienen que ver con las necesidades de la organización, simplemente porque están de moda, y que sólo sirven para que más de uno se reafirme en su opinión de que “RR.HH. va por libre”.
En cualquier caso pienso que es solo cuestión de tiempo. A Recursos Humanos no nos va a quedar más remedio que reinventarnos, especialmente en ciertos sectores, ya que pronto se convertirá en un imperativo del negocio y aquella empresa que no se apunte al carro de la innovación, también en materia de gestión de personas, verá lastrada su competitividad. Así que mejor reinventémonos antes de que nos reinventen.”
Imagen: alamodestuff
Por Santi García
Nací a mitad de la década de los sesenta del siglo pasado en La Coruña. Luego estudiaría Derecho en Pamplona y, años más tarde, haría el MBA de IESE en Barcelona. En lo profesional comencé mi carrera en la oficina de Madrid de Andersen Consulting (hoy Accenture), el año de los Juegos Olímpicos y de la Expo, dentro de la división de Servicios de Gestión del Cambio (CMS). A esa primera experiencia le sucedieron trece años durante los cuales desempeñé diferentes posiciones -siempre dentro del área de RR.HH.- en empresas como Johnson Controls, Nabisco (hoy fragmentada entre distintos grupos empresariales), eDreams (justo en los días gloriosos de la burbuja de las puntocom), AC Hoteles, Pronovias, o Newell Rubbermaid, donde llegué a ser director de RR.HH. para Europa de una de sus divisiones. Durante todo ese período tuve la fortuna de experimentar una enorme variedad de situaciones de negocio -desde la puesta en marcha de nuevos negocios a cierres y restructuraciones, pasando por procesos de expansión internacional, adquisiciones y desinversiones- en diversos ámbitos geográficos de Europa, África y Oriente Medio. Un bagaje que me permitiría, a finales de 2006, fundar Jakobsland Partners, una ’boutique’ de consultoría desde la que ayudamos a nuestros clientes a gestionar con eficacia su capital humano en procesos de cambio organizativo en entornos volátiles, inciertos, complejos y ambiguos.
No sé si la función va por libre o ha de reflejar la mentalidad del primer ejecutivo en lo referido a las personas, pero sí parece que podría venir bien un “reinvento”, acorde con las nuevas realidades en la era del saber y el innovar. Oportuna parece la reflexión traída. Se dicen muchas cosas al respecto, y también que habría de hablarse más de “capital humano” y no tanto de “recursos humanos”, evitando la frecuente sinonimia atribuida. Sería una pena, sí, contar con trabajadores sobrecualificados y aprendedores permanentes, que luego hubieran de limitarse a seguir estrictamente instrucciones del jefe-líder (no siempre experto técnico en detalle) o de los procedimientos de calidad (a menudo perfectibles, y a veces desplegados más por mor del certificado que de la satisfacción del cliente). Al parecer, tema candente, sí.