Hace unas semanas, en 2011, fallecía el inventor de la fregona, Manuel Jalón Corominas, artilugio que patentó en 1964. La fregona “levantaría del suelo a la mujer española” y erradicaría “las enfermedades que afectaban a las rodillas, las manos y la columna vertebral de las profesionales de la limpieza”. Pocos años antes, en 2007 falleció el también inventor y poeta español Alexandre Campos Ramírez, también conocido como Alexandre Fisterra. Alexandre era más conocido como el padre del futbolín, patentado en 1937. Y en 2003 fallecía padre del genial invento del Chupa-Chups, Enric Bernat, cuyo diseño publicitario realizaría el no menos genial pintor Salvador Dalí. Tres inventores del siglo XX que pudieron traspasar las puertas del siglo XXI.
Todo esto viene a la sazón de una pequeña reflexión sobre la innovación en España. Se me ocurrió encontrar el común denominador de estos tres inventos tan simples a la vez que útiles. [pullquote]Posiblemente lo más simple sea lo más útil en la inmensa mayoría de los casos, fíjense la de cosas interesantes que se pueden hacer con un simple palo. Y resulta interesante reflexionar sobre las políticas públicas de innovación que hay en España. ¿Por qué debemos fomentar y favorecer unos tipos de economía y sectores sobre otros?.[/pullquote]Y es que hoy parece que la innovación consiste en crear artificiosas empresas tecnología 2.0, 3.0 o 5.0, energías renovables, teléfonos de última generación o artículos de ultra lujo y diseño. La innovación es un elemento sacralizado en empresas como Google, que cuenta con salas de pensar, e incluso existen en muchos países los ministerios de innovación. ¿No existe sitio para lo simple en la innovación?.
Posiblemente lo más simple sea lo más útil en la inmensa mayoría de los casos, fíjense la de cosas interesantes que se pueden hacer con un simple palo. Y resulta interesante reflexionar sobre las políticas públicas de innovación que hay en España. ¿Por qué debemos fomentar y favorecer unos tipos de economía y sectores sobre otros?. ¿Debemos encauzar a la economía española para empezar a competir los televisores coreanos, con los teléfonos americanos, con los coches alemanes?. Tal vez si se eliminaran tantas trabas administrativas en España florecerían el emprendimiento y la creatividad. No es necesaria una economía intervenida que prime unos sectores sobre otros y que haga la innovación rentable a base de subvenciones, incentivos o desgravaciones.
Investigando un poco sobre la vida de estos tres personajes he encontrado un espíritu emprendedor, muy polivalente, creativo, viajero y aventurero, un poco parecido a nuestro insigne escritor Lope de Vega. Les he dejado un extracto de sus vidas por si les interesa leerlo, tal vez les inspire para desarrollar el próximo gran invento español. Pero mejor si tiene palo.
Manuel Jalón Corominas
Nacido en Logroño, La Rioja 31 de enero de 1925, fallecido en Zaragoza, 16 de diciembre de 2011. Fue un inventor español, ingeniero aeronáutico de formación, y oficial del Ejército del Aire en la Base Aérea de Zaragoza. Inventó el escurridor para fregonas y la jeringuilla desechable.
Durante una estancia en EE. UU., Jalón observó cómo los hangares se fregaban mediante una mopa plana y un cubo con rodillos. En 1956 inició la fabricación de fregonas aplicando un palo de escoba a un penacho de tiras de algodón que se escurría en un cubo, con unos rodillos accionados por un pedal. Más tarde, el primer vendedor Enrique Falcón Morellón, tuvo la idea de aplicarle el nombre de fregona, palabra con que hasta entonces se designaba a la mujer que fregaba.
Este instrumento de limpieza mejoró la calidad de vida de muchas mujeres en España desde finales de los años 1950, superando la tradición de ese país, ya que permite limpiar el suelo sin arrodillarse (causa de la bursitis de rodilla y problemas de columna) y sin desgastar las manos por la lejía.
Manuel Jalón, a pesar del gran éxito del invento, vendió la patente a la multinacional holandesa Curver BV, para dedicarse a otros proyectos como fueron la jeringuilla hipodérmica no reutilizable.
Aunque riojano de nacimiento, Jalón se crio en Aragón y, por sus inventos, fue nombrado hijo predilecto de la ciudad de Zaragoza. Pasó la mayor parte de su vida en Zaragoza, ciudad de la que fue nombrado hijo adoptivo en 1992, aunque previamente vivió en Estados Unidos y en Finlandia, donde trabajó después de obtener el título de Ingeniería Aeronáutica -en Madrid- y de escribir su tesis doctoral sobre accidentes aeronáuticos. Jalón falleció en la madrugada del 16 de diciembre de 2011 en Zaragoza, a los 86 años, tras sufrir una parada cardiorrespiratoria.
Fuente: Wikipedia
Alexandre Campos Ramírez
Alexandre de Fisterra es el seudónimo de Alexandre Campos Ramírez, poeta, inventor y editor nacido en Finisterre, Galicia, en 1919 y fallecido en Zamora el 9 de febrero de 2007.
Se trasladó a A Coruña a los cinco años. A los quince marchó a estudiar el Bachillerato a Madrid. Una vez allí, la zapatería de su padre quedó en quiebra, lo que le imposibilitaba pagar la matrícula de los estudios. Por esa razón el director de la escuela lo puso a trabajar corrigiendo los trabajos escolares de los cursos más bajos, para permitirle seguir en la escuela. También estuvo empleado en la construcción como peón de albañil y después en una imprenta. Fue en Madrid donde conoció a León Felipe (del que sería albacea), y con él y Rafael Sánchez Ortega editaron el periódico Paso a la juventud para venderlo por las calles.
En noviembre de 1936 quedó sepultado en uno de los bombardeos de Madrid durante la Guerra Civil Española. Lo trasladaron en un primer momento a Valencia, pero como las heridas eran graves tuvieron que llevarlo a un hospital de Monserrat. Allí conoció a muchos otros niños heridos como él, que no podían jugar al fútbol. Fue entonces cuando desarrolló la idea del futbolín, inspirado en el tenis de mesa. Alejandro Finisterre le confió a su amigo Francisco Javier Altuna, un carpintero vasco, la fabricación del primer futbolín según sus instrucciones. Aun así, no pudo conseguir que su invento fuese fabricado y distribuido a nivel industrial porque todas las fábricas de juguetes se dedicaban a producir armas para la guerra. Patentó la invención en Barcelona en enero de 1937, a la vez que el primer pasahojas de partituras accionado con el pie, creado para una chica pianista de la que estaba enamorado. Debido al triunfo del franquismo en la guerra, se exilió a Francia cruzando los Pirineos a pie, con la desgracia de perder durante el viaje el documento de la patente que llevaba.
Ya en París, en el año 1948, gracias a la patente del pasahojas, consiguió ganar algo de dinero con el que marchó a Quito (Ecuador), donde fundó la revista Ecuador 0º, 0?, 0?? en la que le dedicaba cada número a poetas de un país diferente. Más tarde, en 1952, fue al Cabo de Santa María en Guatemala, donde mejoró su futbolín y empezó a fabricarlos, haciendo un buen negocio. Esto sucedió mientras había democracia en ese país, ya que tras el golpe de estado del coronel Carlos Castillo Armas fue robado y secuestrado por sus ideales republicanos, quedando sin nada de valor.
Agentes especiales españoles lo embarcaron en un avión con dirección a España, pero pudo escapar, se refugió en el lavabo del avión y construyó una bomba ficticia envolviendo una pastilla de jabón con papel de aluminio. Con esa “bomba” amenazó a la tripulación y ganó el favor de los viajeros luego de decirles que era “un refugiado español”. El avión se desvió a Panamá, en lo que fue uno de los primeros secuestros de avión.
Más tarde marchó a México, donde encontró amigos poetas y escritores. Allí permaneció dedicándose a las artes gráficas y a la edición. Fundó y presidió la Editorial Finisterre Impresora, desde la que editó la revista del centro gallego de México y diferentes libros de poetas, entre los que se encuentran León Felipe y Juan Larrea. Además fue redactor de El Nacional y editó un facsímil de la revista Galeusca y el primer libro de poemas de Ernesto Cardenal.
Volvió a España durante la Transición Española. Residió en Aranda de Duero (Burgos), donde continuó escribiendo mientras era miembro de la Real Academia Gallega de la que era miembro correspondiente en México desde 1967, a propuesta de Álvaro Cunqueiro, Francisco F. del Riego y Xesús Ferro Couselo.
Una vez en España se asombró de ver que el futbolín se había extendido tanto, aunque la gran difusión se debía a que los fabricantes valencianos asumieron el juego como propio de ellos, sin darle ningún tipo de crédito a Alejandro.
Después se trasladó a Zamora, donde gestionó la herencia del poeta León Felipe como albacea testamentario.
Falleció en Zamora, en su casa del barrio de Pinilla, a la edad de 87 años, el día 9 de febrero de 2007. Sus cenizas fueron esparcidas en el Río Duero a su paso por la ciudad de Zamora y en el Atlántico en Finisterre.
Fuente: Wikipedia
Enric Bernat
Enric Bernat Fontlladosa (1923-2003) nació en Barcelona el 20 de octubre de 1923. Nacido y criado entre dulces, su abuelo, Josep Bernat, se convertía a mediados del siglo XIX en el primer confitero que elaboraba caramelos en España. Por su parte, su padre, Romá Bernat, constituyó en la posguerra la firma de galletas La Gloria, donde tuvo uno de sus primeros trabajos como vendedor.
No obstante, sus comienzos hay que buscarlos en la sociedad quesera Massanes i Grau, en la que hizo de todo: aprendiz, dependiente, administrativo y viajante.Entre tanto trabajaba, realizó hasta 4º de Bachillerato y luego, tres cursos de Comercio.
Finalizado el servicio militar, en 1950 inauguró su primera empresa confitera, Productos Bernat. A esta sociedad, especializada en la elaboración de peladillas, estuvo vinculado hasta 1954, en que el empresario Domingo Massanes le propuso hacerse cargo del grupo Granja Asturias, dedicado a la fabricación de productos relacionados con la manzana.
Entre 1956 y 1957 tuvo la idea de hacer un caramelo que se pudiera agarrar con un palo. La inspiración le vino de dos hechos: el mayor consumidor de caramelos es el público infantil y éste acostumbra a sacarse el dulce de la boca con la mano.
La decisión de Bernat de destinar la producción de Granja Asturias al nuevo producto despertó el recelo de sus socios, que decidieron desentenderse del nuevo proyecto. Pese a quedarse sólo, Bernat se lanzó de lleno a su nueva aventura, que nació con el nombre de Chups.
Para asegurarse la rentabilidad del producto, en 1959 adquirió todas las patentes que pudieran competir con su invento. Luego pasó a aprovisionarse de la madera necesaria para la elaboración del caramelo y a contratar la maquinaria adecuada.
Curiosamente fijó un precio sensiblemente alto para aquellos tiempos, a fin de asociar el nuevo producto con la imagen de calidad que él deseaba. En 1961, el nombre de la golosina quedó definitivamente concretado en Chupa Chups. Bernat se remitió al anuncio con que se presentaba al público: Es redondo y dura mucho, Chupa Chups.
Fuente: Innovation Creativity
Por Alberto López.
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