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Las-universidades-no-funcionanComúnmente en las instituciones de educación superior, IES, nos preguntamos, ¿por qué unas Universidades han destacado más que otras?, ¿qué factor tienen en común?, ¿qué están haciendo?, ¿por qué hay otras que se han rezagado?, ¿qué  han hecho mal éstas últimas?, ¿qué hay que hacer?,  o ¿qué hay que dejar de hacer? Se sabe, en general, que las IES rezagadas son las que no han innovado, las que no han dado respuesta inmediata a las agudas transformaciones del entorno, las que no tienen programas serios de investigación y desarrollo, las que se han enganchado a estructuras burocráticas paradigmáticas y carecen de la vinculación con la sociedad en sus diferentes niveles.  La Asociación Nacional de Universidades e Institutos de Educación Superior de México, ANUIES reconoce que:

La universidad se ha convertido en un mecanismo para la expedición de títulos, mediante un proceso determinado y sistemático, con dificultades para acoger al alto número de personas que acceden a ella, con problemas estructurales que la anclan en el pasado y con muy poca conexión vital con la sociedad a la que pertenece”.[1]

La vinculación que es la base de la pertinencia de los programas de estudio, significa el diálogo permanente y continuo, con todas las “partes interesadas” de los productos y servicios que genera la Universidad. Lo que hoy se considera como apropiado en términos de los saberes y habilidades que debe tener un estudiante al finalizar la carrera, mañana ya puede ser obsoleto. Sin el diálogo permanente con la sociedad, la pertinencia queda solo en un slogan publicitario. La universidad debe “…tender hacia un sistema abierto, flexible y diversificado”[2] cancelando los programas de estudio estáticos que nunca se renuevan o que los periodos de “actualización” no corresponden con la dinámica del desarrollo del pensamiento humano, de la ciencia y de la tecnología.

En las IES se deben establecer discusiones permanentes acerca de los conocimientos que se están impartiendo, de su vigencia, de su pertinencia y de su importancia para las transformaciones que requiere el medio ambiente local, regional, nacional e inclusive, internacional. La discusión sobre los contenidos se debe dar en el marco de las transformaciones culturales y tecnológicas que trascienden a la sociedad y que se consideran los hitos que posibilitan la evolución, supervivencia y desarrollo de la aldea global.

El problema es que la definición de la pertenencia de los programas académicos de nuestras IES está asociada a los requerimientos de instituciones públicas y privadas, con modelos tecnológicos y organizacionales obsoletos. Preparamos profesionales para el aprovechamiento de la tecnología creada en otras partes, para su adaptación a esquemas organizacionales establecidos en instituciones de países desarrollados cuya características culturales distan mucho de las características de nuestras empresas nacionales, locales y regionales. La pertinencia de un programa académico debe tener un fuerte componente de futuro.  Estamos preparando, salvo excepciones, profesionales para que entiendan y se adapten al “estado del arte” de las cosas y no para trascenderlo. Más allá de los sondeos de opinión con los empresarios para conocer sus necesidades, se requiere de una interacción permanente con todos los miembros de la sociedad. En el caso de los empresarios, éstos debieran de tener, al igual que las organizaciones públicas, una participación mayor en los contenidos.

Lee Iacocca quién fue presidente de Chrysler Corporation, nos da su opinión acerca de las relaciones educativas entre las empresas y las escuelas.

“Tenemos que conformarnos con lo que hay, y todo el mundo sabe que no hay suficientes jóvenes que estén preparados para competir en una economía mundial altamente tecnológica como la de hoy en día.

Me he convencido que no estamos haciendo lo suficiente…

Mi empresa paga 25 millones de dólares en impuestos para la educación.   En cierto sentido, las escuelas son nuestros proveedores.     Nos proveen de los bienes más importantes y caros de todos –nuestra gente- .  Cuando pagas tanto a un proveedor, tienes derecho, tienes incluso la obligación profesional de asegurarte que lo que te están dando vale lo que pagas.   Y si te están engañando deberías protestar.

Tal vez los grandes empresarios de todo el país deberían caer sobre los consejos escolares, unirse a los padres y a otros grupos sociales y a empezar a plantear sus reivindicaciones”.[3]

Es decir, la vinculación universitaria es una cuestión biunívoca. Las empresas deben de insistir en el constante diálogo con las universidades y éstas últimas  deben estar en permanente comunicación, no solo, con las empresas y organizaciones privadas de todo tipo, sino con las organizaciones públicas y las organizaciones de la sociedad civil, para conocer las demandas y los requerimientos de profesionales y sus características.

Pero, insistimos, estas demandas deben estar planteadas en términos de lo que necesitará en los próximos años, no lo que se requiere en este momento. Alguien afirmó  “no hay que ir adonde está la pelota sino correr hacia donde irá”

¿Qué debemos dejar de hacer para mejorar el desempeño de las instituciones de educación superior?   Esta es una pregunta que suena extraña y hasta “fuera de lugar” cuando en las IES se parte siempre (planeación, presupuestación, organización y dirección) de identificar que actividades adicionales  hay que hacer, que hay que agregar, que otros procedimientos se requieren, cuanto personal administrativo más, cuantos recursos extras, para cumplir con los objetivos estratégicos académicos. Parece ser, que pocas IES tienen una lista de pendientes de lo que hay que dejar de hacer (un esquema de “Lean” en la educación), para hacer una propuesta de Gestión de la Educación Universitaria esbelta y personalizada.

Como el lector podrá darse cuenta de inmediato, los autores proponen una discusión seria del quehacer universitario, con el cuestionamiento de los paradigmas actuales, en una actitud “subversiva” constructiva, irrazonable, en la línea de Bernard Shaw y Handy.

George Bernard Shaw once observed that all progress depends on the unreasonable man.   His argument was that the reasonable man adapts himself to the world, while the unreasonable persists in trying to adapt the world to himself.[4]

Por supuesto que la intención de romper con los modelos mentales vigentes conlleva riesgos, si se nos permite la expresión, “galileicos”. Trabajar en el borde, en los límites, ofende a quienes se encuentran en el estado de confort  y provoca reacciones impensables.

Evidentemente, no asumimos la arrogancia de pensar que somos los primeros en establecer estos juicios, sino solo  constituimos una humilde secuela detrás de grandes pensadores que ya han aportado su pensamiento a la discusión de un tema con tanta relevancia como este.

MA. JUVENTINO MARTINEZ ARCE

ING. ADRIÁN ÁBREGO RAMÍREZ


[1] http://www.anuies.mx/servicios/p_anuies/publicaciones/revsup/res085/txt1.htm, p.40

[2] IDEM

[3] Iacocca Lee, “La industria necesita de la educación” Diario de Economía (ABC), 26 –XII-88, Madrid, España.

[4] Handy Charles. “The Age of Unreason”, Harvard Business School Press, USA, 1990.  Pág.4.


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2 Responses to "La Universidad Irrazonable"

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