Presento al lector el primero de una serie de artículos en los que iré desgranando mis ideas e investigaciones sobre la relación entre el management, la neurociencia y la biología.
La página “Management” del suplemento de El Mundo “Expansión y Empleo” del 10 de octubre, publica un artículo de Tino Fernández titulado “¡Siga a ese líder!”, con el siguiente subtítulo: ¿Atila o “La Roja”?; Guardiola o Marco Aurelio?, ¿Quién inspira como gestor de personas?. Filones ajenos al éxito deportivo presentan modelos mucho más sólidos”.
“Esta fiebre eficaz de éxitos fulgurantes –que en algunos casos no se mantienen- ha dejado de lado otros filones del liderazgo en los que duermen historias de personajes solventes que reflejan una imagen ejemplar para quienes buscan fórmulas ganadoras de management: figuras históricas, políticos, científicos e investigadores, filósofos y pensadores esperan su turno”.
Llevo algún tiempo pensando en el significado de la búsqueda de comparaciones- “los modelos eficaces deben ser metáforas que transciendan al tiempo y que perduren”, afirma Tino Fernández- que indudablemente pueden ayudarnos a pensar pero que no tienen en cuenta, por resumir mucho, la complejidad actual de los entornos empresariales y la de quienes dirigen las organizaciones, que dista mucho de las de otras épocas históricas; claro que la Historia nos da claves para entender el presente y para pensar en el futuro, pero también otras ciencias.
A mi juicio, nos encontramos ante una paradoja: una práctica, la del management, que trata de cómo organizar y dirigir empresas en el presente y en el futuro- recordemos cómo se insiste en que los líderes han de tener visión- algunos quieren inspirarla únicamente en “filones del liderazgo en los que duermen historias de personajes solventes”, es decir, únicamente en el pasado y prescindiendo de algunos avances científicos actuales. Es cierto que muchas de estas comparaciones con el pasado llegan a la conclusión de que tal dirigente político o tal pensador ya tenía inteligencia emocional (IE), lo cual no es decir mucho porque el “homo sapiens” la ha tenido desde su origen ; y la tienen, quizá en menor medida- aunque son numerosos los estudios que demuestran que no hay tantas diferencias- los primates no humanos y otras especies.
Quienes estén interesados en esta cuestión de la IE en otras especies que visiten la web www.somosprimates.com.
Repasando la literatura muy actual sobre el management , echo mano de mi biblioteca y encuentro, entre otros : “The future of Management” (Gary Hamel, 2007); “Managers not MBAs” (Henry Mintzgerg, 2004); “Managing” (Henry Mintzberg 2009); “Reinventing Management” (Julian Birkinshaw, 2010); “Management is not what you think” (Mintzberg, et al.2010). Todos ellos invitan a re-pensar el management, y coinciden en que han dejado de ser útiles las viejas prácticas y sugieren imaginar organizaciones más eficaces y sostenibles no solamente desde el punto de vista medio-ambiental sino, sobre todo, humano, social. Ninguno de estos autores cita a ningún clásico ni a ningún deportista de élite.
No es que la Historia no nos sirva; es que, a mi juicio, es insuficiente, sobre todo cuando disponemos de métodos mucho más recientes como la Neurociencia; y de otros que ya han cumplido 150 años pero que son eficaces para ofrecernos marcos de referencia explicativos: la teoría de la Evolución.
La Historia es una ciencia, pero no la única. Es como si tuviéramos cierta pereza mental para buscar en otras aquello que puede servirnos para mejorar la gestión de nuestras organizaciones y la calidad de quienes las dirigen. Ciencias que son explicativas pero que también nos ofrecen herramientas prácticas para aprender y mejorar. Es como si quienes nos dedicamos a pensar y a hablar sobre el management, al mirar sólo al pasado, qusiéramos liberarnos de la carga, y de la ansiedad, de bucear en las inciertas aguas del futuro, cosa que reprochamos a los directivos que sólo utilizan el retrovisor para hacer sus planes estratégicos.
En el número del 23 de septiembre de 2010, la prestigiosa “The Economist” publica un artículo cuyo antetítulo es “The biology of Business” y el título “Homo administrans”. Cuenta cómo Michael Zyphur moviéndose con su bata blanca por los pasillos de la escuela de negocios de la Natonal University de Singapur, parecía una visión desconcertante; pero no era una forma de vestir provocativa. Es que el profesor se dedica a recoger muestras biológicas para estudiar las jerarquías organizativas; las utiliza para buscar marcadores biológicos, hormonas, que puedieran ser la causa o reflejar pautas de comportamiento relevantes para el mundo empresarial.
Desde su aparición a principios del siglo XX, sigue “The Economist”, la ciencia del management ha estado dominada por lo que Leda Cosmides y John Tooby, dos psicólogos evolutivos, llaman con con cierto menosprecio el modelo de ciencia social estandar (SSSM en iniciales en inglés) que asume que la mayoría de las diferencias conductuales del las personas se explican por la cultura y la socialización, con la biología interpretando, en el mejor de los casos, el papel de segundo violín. El Dr. Zyphur es uno de los insurgentes contra esta idea; lo que otros han hecho a la psicología y a la sociología él quiere hacerlo al Management. Con frecuencia, los consultores hablan de “management científico”. Este doctor y otros como él quieren que la expresión tenga sentido aplicando el rigor de la biología.
El management tiene mucho de comportamiento: pensamiento que se ha de traducir en acción y así está trabajando la escuela de negocios de la National University of Singapore. Song Zhaoli es otro profesor de esa Institución. Una de las formas en las que los genes afectan al comportamiento es por medio de los neurotransmisores, las sustancias químicas que traen y llevan mensajes entre las células.
En muchos casos , los resultados son aún preliminares pero ofrecen la posibilidad de que el management se convierta en una ciencia auténtica y en una ciencia aplicada. Es probable que tengan mejor resultado las decisiones basadas en una imagen más exacta de la naturaleza humana que las que se toman imitando a Alejandro Magno.
Como he dicho al inicio de este artículo, espero poder desarrollar en otros, algunas de las ideas que aquí solamente esbozo.
Carlos Herreros de las Cuevas . Octubre de 2010
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