Hace más de un año estuve en casa de unos amigos disfrutando una pequeña reunión. Sucedía que dejaban la ciudad para volver a su país de origen; la mayoría de los invitados veníamos de alguna otra nación también, así que había una cierta comunión y un muy buen entendimiento de los sentimientos de nuestros anfitriones.
En algún punto durante la conversación noté que mis comentarios no recibían atención. Nadie extendía mis comentarios ni respondía ya a mis preguntas, y/o continuaban hablando entre ellos con un tema diferente; como si mis palabras fuesen algún extraño ruido momentáneo. Me sentí muy apenado y obviamente traté entonces de recordar cualesquier cosa que hubiera probablemente ofendido a alguien. Nada recordé.
fotografía: edición propia a partir de guitar.info
La semana pasada, en el cumpleaños de una amiga la conversación se centró en recién nacidos y principalmente en las dificultades y dolores de aquellas que experimentan un parto laborioso. Ésta vez pasó lo mismo después de abrir mi boca y decir algo que sobrepasaba con mucho, haciendo diminutivo cualquier comentario previo de las madres presentes; tanto en cuestiones de tiempo como de procedimientos, dolores y complicaciones.
Entonces por fin reaccioné: en aquella otra ocasión me refería a haber asistido a tres famosos restaurantes distintos en tres ciudades en el transcurso de una semana. Era en realidad increíble que coincidentemente alguien los hubiese mencionado y más aún que yo hubiese estado en los tan distantes y distintos lugares durante un viaje de 7 días.
Ésta vez, lo que mencioné era también increíble. Nadie en aquella otra ocasión me creyó, y en ésta tampoco. A pesar de que todo lo que dije es verdad e incluso puedo comprobarlo con recibos, comprobantes de gastos, estados de cuenta y registros hospitalarios; el caso es que es en efecto “increíble”, especialmente para personas que no tienen un estilo de vida similar o han estado siquiera un poco cerca a lo descrito en el hospital.
¿Mi lección?: NO Abras tu boca tan rápido.
En cuestiones de negocios, hay cierta presión que no experimentamos en cuestiones casuales o sociales. Cuando se trata de entrevistas de trabajo, firma de contratos, compra/venta de activos y todo lo relacionado con asuntos competitivos; hay algo en nuestro subconsciente que nos ayuda a no estar tan relajados.
Recuerdo que los mejores éxitos, resultados, y decisiones financieras, de negocios, y profesionales se me han dado después de un largo silencio de mi parte. Es extraño: a veces porque estoy batallando para encontrar las palabras precisas, otras porque desconozco las respuestas a las preguntas; y la mayoría de las veces porque mi mente está completamente en blanco, aunque tratando de articular una frase. Siempre me ha funcionado y me ha producido algo ventajoso.
A veces la verdad lastima, o simplemente hace que te veas como un idiota. Dicha verdad está tratando de ser transmitida ¡con tus propias palabras! NO LO HAGAS. Quédate en silencio cuando lo que quieres manifestar está distante del centro y normalidad de lo que los demás están enfocando. Es mejor prepararse con datos, hechos y números y entonces presentarlos; en lugar de simplemente abrir tu bocota, independientemente de su tamaño real.
Disfruta el silencio.
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