“Unlocking Knowledge, Empowering Minds” (“Desbloqueando el conocimiento, empoderando las mentes”). Es el lema del OpenCourseWare, más conocido como OCW, una iniciativa de la MIT University para proporcionar acceso a sus contenidos educativos libre y gratuitamente a cualquier individuo. De las distintas funciones que la universidad tiene-provisión de contenidos, dimensión social del aprendizaje, y certificación de dicho aprendizaje- el objetivo del OCW estaba centrado exclusivamente en el primero, con la idea de poner a disposición de profesorado ajeno al MIT los contenidos que en éste se enseñaban.
El proyecto comenzó modestamente en el 2002 con cincuenta cursos publicados en la red. Actualmente el OpenCourseWare Consortium integra cientos de universidades de todo el mundo que dan libre acceso al material de miles de cursos en distintos idiomas, entre los que más ha calado la iniciativa, está el español. La sorpresa ha sido tanto su éxito como el usuario típico, muy distinto de lo esperado. Este éxito plantea problemas, como el de su sostenibilidad económica y la necesidad de superar esta limitación plantea la superación del mismo modelo.
El OCW en España
En muchas universidades de enseñanza en portugués y español, Universia, la fundación del Grupo Santander para la promoción de la educación, financia muchos proyectos OCW (incluidos la UPM y la UNED). La red eMadrid, un proyecto subvencionado por la Comunidad de Madrid que fomenta la investigación y el desarrollo de tecnologías de apoyo al aprendizaje, organiza mensualmente un seminario sobre la educación en abierto. El último tuvo lugar en en la Escuela de Organización Industrial (EOI) cuyo plan estratégico está inspirado en el proyecto OCW. Tíscar Lara (vicedecana de Cultura Digital del OEI) reafirmó en este encuentro su compromiso por una educación pública, libre y abierta, y en consecuencia su apoyo al uso de herramientas, contenidos y métodos abiertos también (ver Whyfloss). El seminario contaba con presentaciones de Tíscar Lara (EOI), Stephen Carson (MIT y OpenCourseWare Consortium), Edmundo Tovar y Jesús Jara (UPM -Universidad Politécnica de Madrid), y Salvador Ros (UNED-Universidad Nacional de Educación a Distancia).
¿Quién usa el OCW?
Stephen Carson desgranó en su presentación datos sobre el uso del OCW (sólo sobre cursos del MIT). Los datos presentados muestran que en contra de las expectativas y para sorpresa de sus promotores, no es el profesorado el principal usuario. La idea original del OCW era poner a disposición del profesorado los contenidos enseñados en el MIT de forma que otros profesores pudiesen copiarlos, modificarlos e incorporarlos a su enseñanza. Este uso resulta ser, sin embargo, minoritario: tan sólo un 9% del total, y de este porcentaje, los profesores que incorporan contenidos a la enseñanza son una minoría (14%), la mayor parte de los profesores lo usa para mejorar sus conocimientos y métodos educativos. Contra las expectativas iniciales, el aprendizaje por cuenta propia representa el uso mayoritario (43%), y de este porcentaje, el uso principal es el “disfrute personal” (41%). Además, de entre los estudiantes que utilizan contenidos del OCW (42%), el 44% lo usan para auto-aprendizaje, el resto lo utiliza para completar su aprendizaje (39%) y para hacer su plan de estudios (12%). Dado este inesperado éxito del OCW entre “estudiantes independientes”, Stephen C. anunció que se están planteando mejoras para hacer los contenidos más útiles para este grupo de usuarios.
Gratuito: ¿a quién beneficia y quién lo paga?
Los contenidos del OCW son ofrecidos en abierto, libre y gratuitamente, y en esta gratuidad radica tanto el éxito como la problemática de su expansión y continuidad: la gratuidad del OCW lo hace dependiente de donaciones y donantes. A pesar de ser gratuito el OCW beneficia tanto a usuarios como a los proveedores del contenido: según Stephen C., estos beneficios incluyen publicidad, reputación, internacionalización, colaboraciones, conexión con los estudiantes… Desde un punto de vista financiero contribuir al OCW se traduce en donaciones al proyecto, aumento de estudiantes inscritos y potenciales, colaboraciones entre la universidad e instituciones con capacidad de financiación gracias a la reputación y visibilidad adquirida por sus profesores mediante a la publicidad -gratuita- que el OCW supone. Sin embargo, tal y como el NewYorkTimes publicó recientemente en un artículo sobre el tema,
“aún así, alguien tiene que pagar por estos materiales, y con la recesión actual reduciendo los presupuestos universitarios, los programas de cursos abiertos [OCW] son vulnerables”.
La presentación de Edmundo Tovar y Jesús Jara (UPM) estuvo más enfocada en la propia experiencia de la UPM que en la de los usuarios, posiblemente por el estadío tan inicial en que se encuentra el OCW.
Nuevos entornos de aprendizaje: superando modelos.
Salvador Ros, de la Universidad Europea a Distancia (UNED) estuvo de acuerdo con la audiencia en que la educación abierta representa un problema de mentalidad más que un problema económico. La mayor parte de los contenidos enseñados en las universidades son de carácter universal, y no tiene sentido usar sistemas propietarios de los recursos educativos: “las plataformas educativas cerradas tienen los días contados (…) porque la tecnología los va a superar”. Consciente de que los cambios conllevan un coste, Salvador recalcó que un mayor número de estudiantes accediendo a los contenidos implica que proveerlos es en proporción -potencialmente- más barato. Tal y como dice Stephen Downes en la actualización del clásico ensayo “El Futuro de la Educación Online” (via: P2PFoundation):
“Today, much of the value derived from the learning marketplace is based on an artificially imposed scarcity – a scarcity of seats in classrooms, a scarcity of credentialing agencies, and a scarcity of educational publications, for example. These scarcities will disappear as governments prefer to fund education directly, and at cost, rather than support such business models.”[1]
La idea original del OCW era meramente proveer acceso a contenidos, y Salvador se planteó que quizás sea el momento para ampliar su funcionalidad y proveer además de contenidos, la dimensión social de aprendizaje y la acreditación: las redes sociales como Facebook o Twitter podrían proveer el primero, sólo restaría la acreditación para cumplir con todas las funciones que la universidad tiene. Las universidades no son meros centros educativos, también son “agencias de acreditación”, la acreditación educativa es usada como señal en el mercado laboral y es por tanto una necesidad para los posibles estudiantes. Este fue uno de los puntos centrales de la presentación de Salvador R.: poner los cursos en abierto no es suficiente. En este sentido los datos presentados por Stephen C. mostrando que estudiantes independientes son los principales usuarios del OCW podría estar indicando que el proyecto no se ajusta tanto a las necesidades de los otros usuarios.
David Wiley ya propuso una solución para el problema de la sostenibilidad de la educación en abierto en OpenCourseWars, su contribución a “Opening Up Education” (vía: P2PFoundation). La solución propuesta por David Wiley une los dos problemas comentados por Salvador R., el problema de la sostenibilidad económica y la necesidad de acreditación de los usuarios. Cobrar por la certificación podría resolver el problema de dependencia financiera haciendo el OCW autosuficiente:
“The first generation of OpenCourseWare projects (”OCW 1.0?) had essentially no sustainability plan. These first generation projects were funded by grants and had no means of supporting themselves once the grants ran out (…). A new generation of OpenCourseWare projects are built around sustainability plans. These second generation projects are integrated with distance education offerings, where the public can use and reuse course materials for free (just like first generation OCWs) with the added option of paying to take the courses online for credit (there is no way to earn credit from the first generation OCWs).”[2]
El temor de los que apoyan la educación en abierto es que intereses distintos de promover el acceso al conocimiento lleguen a ser dominantes amenazando el proyecto. Como ejemplo Salvador citó la reciente publicación del Ministerio de Cultura “El Libro Electrónico”, que ha sido ampliamente criticado (por ejemplo, Juan Varela). El informe no podría ser más opuesto al concepto de contenidos abiertos, invita a las organizaciones de gestión de derechos de autor a exigir remuneración por obras publicadas con licencias copyleft o creative commons (para un análisis más detallado):
“Esto significa que las entidades de gestión vienen obligadas por Ley a hacer efectivos estos derechos de remuneración incluso aunque el autor hubiera decidido regalar su obra o no cobrar las cantidades recaudadas a su nombre.” (El Libro Electrónico, p.19)
El debate sigue sin duda abierto, y para los interesados habrá un nuevo seminario de eMadrid sobre “Plataformas y herramientas para el e-learning”, este próximo viernes en la Universidad Autónoma de Madrid.
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[1] “Hoy en día gran parte del valor derivado del mercado de enseñanza se basa en una escasez impuesta artificialmentte -una escasez de asientos en las clases, una escasez de agencias de acreditación y una escasez de publicaciones educativas, por ejemplo. Estas escaseces desaparecerán cuando los gobiernos prefieran financiar la educación directamente, y a un costa de, en vez de apoyando ese tipo de modelos” (traducción libre, disculpen imprecisiones).
[2] “La primera generación de proyectos OCW (OCW 1.0?) carecía de plan de sostenibilidad. Esta primera generación de proyectos estaban financiados por becas y no tenían medios de financiarse a si mismos. Esta segunda generación está integrada con proyectos de educación a distancia, donde los usuarios pueden usar y re-usar contenidos de cursos gratuitamente (como en la primera generación de OCW) con la opción añadida de pagar para hacer el curso online y recibir acreditación (no hay forma de obtener acreditación en la primera generación de OCW).” (Traducción libre, disculpen imprecisiones).
Ignacio de Castro es Licenciado en Económicas por la Universidad Autónoma de Madrid, con un Máster en economía del Desarrollo por la Universitetit Van Amsterdam.
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