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Con las actuales presiones económicas y competitivas forzando a las organizaciones a replantear sus infraestructuras TI, cada vez son más las empresas que miran más allá de la virtualización y valoran la opción de construir una cloud privada o recurrir a una cloud pública para ganar en eficiencia y responder más rápidamente a los cambios. Así, en este 2011, las tendencias fundamentales irán encaminadas, en primer lugar, al despliegue de infraestructuras TI compartidas.

En segundo lugar, asistiremos a la proliferación de puestos de trabajo virtuales que mejoren los niveles de flexibilidad y ahorro de costes. Finalmente, los entornos TI deberán estar completamente automatizados para hacer frente a la creciente complejidad de gestión.

Los proyectos de cloud computing que están poniéndose en marcha actualmente comparten los objetivos clásicos de toda modernización tecnológica: lograr una mayor eficiencia, reducir los riesgos para la continuidad del negocio y garantizar la agilidad de cara al crecimiento futuro. Empezando por la virtualización, siguiendo por las infraestructuras compartidas y acabando en la nube, la organización que esté inmersa en este proceso de cambio deberá responder con éxito a una serie de cuestiones para saber que se está moviendo por el camino adecuado: ¿estoy protegiendo mis inversiones previas?, ¿encajará la nueva infraestructura en mi entorno?, ¿estarán bien integrados y validados todos los componentes?, ¿estoy creando eficiencias en el centro de datos?, ¿he reducido el número de procesos, operaciones y personal necesarios? Y, finalmente, ¿la nueva infraestructura, que cumple mis requisitos de negocio actuales, me ayudará a crecer en el futuro?

Atendiendo a la seguridad y custodia de la información, uno de los factores claves para los proveedores de servicios cloud es el contar con arquitecturas multi-tenant, que podríamos traducir como multi-cliente, que aíslen y securizen los entornos de los diferentes clientes o usuarios que comparten una misma infraestructura.

Puesto que los datos son parte fundamental del negocio, los servicios de backup, restauración y recuperación son elementos esenciales de una estrategia cloud. Para explotar al máximo el potencial del cloud, debemos modificar la forma en la que las aplicaciones y los datos son suministrados, gestionados y financiados dentro de una empresa. En el área de almacenamiento, por ejemplo, los nuevos modelos de capacidad bajo demanda permiten a las empresas pagar únicamente por la capacidad que utilizan, y no sobredimensionar sus entornos como era frecuente en el pasado.

El almacenamiento es una parte más (esencial, eso sí) de la infraestructura cloud, que debe trabajar de forma coordinada con otras tecnologías para suministrar excelentes niveles de planificación, privacidad, seguridad, disponibilidad y eficiencia. El factor esencial para el éxito de los proyectos de cloud computing es la flexibilidad de TI, ya que es imprescindible para reducir los tiempos de desarrollo y acelerar la llegada al mercado.

Las arquitecturas cloud descansan a partes iguales sobre tres elementos básicos: estandarización, virtualización y eficiencia. Frente a una configuración tradicional, un entorno cloud puede suponer un ahorro energético y de espacio superior al 60%; los tiempos de operación se pueden llegar a reducir en un 80%, y con ello, se reduce también la carga de trabajo administrativa.

El cloud computing, en definitiva, permite desarrollar una estrategia para la gestión global de los servicios de negocio que reduce el riesgo de las inversiones en TI, disminuye los costes operacionales y mejora los tiempos de implantación.


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