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La medalla de oro es el premio al trabajo bien hechoJusto después de la ceremonia de clausura de las olimpiadas de Vancouver 2010, y tengo unas cuantas horas por matar en el aeropuerto, me encuentro pensando acerca de las dos últimas semanas de trabajo y de la que está por iniciar. Me vienen a la mente muchos momentos de trabajo duro de tiempo atrás.

Me pregunto qué será de todos aquellos compañeros de trabajo del ayer y del presente, los cuales han estado en situaciones semejantes y no sólo una o dos veces. Todas y cada una de ellas cumpliendo y cubriendo expectativas, y en muchos casos excediéndolas.

¿Qué más podemos hacer? Las atletas entrenan por muchas horas a la semana persiguiendo un triunfo, un record, una medalla, la exaltación, emoción, fama tal vez, y quizá un futuro seguro para ellas y sus familias. El resto de nosotros tiene que trabajar; algunos fuimos a elegir competencias cuando jóvenes, pero no éramos suficientemente buenos en los deportes elegidos o simplemente escogimos mal. Tal vez simplemente no existía entonces la infraestructura necesaria para soportar y realizar nuestros sueños tampoco.

Ahora enfrentamos la competencia diaria en el mundo de los negocios. ¿Quién obtiene las medallas aquí?

Algunas personas no tienen idea del tipo de preparación uno debe adquirir a fin de presentar los resultados que esperan supervisores, nuestros y  otros departamentos, y/o clientes y proveedores. A veces esos esfuerzos, largas horas de trabajo, el hacer memoria de todo lo aprendido, la sagacidad mental, habilidades paralelas, e incluso la voluntad; se dan simplemente por hechas.

Los atletas que no logran llegar al podio, obviamente no reciben un reconocimiento pero tampoco obtienen un escarmiento o castigo: para ellos la vida continua. Pero si somos nosotras las que fallamos, ponemos en riesgo nuestro trabajo y/o perdemos el cliente, con una bajísima posibilidad de recuperarlo. Para siempre.

Respeto toda profesión, y sé que hay algunas muy específicas en las que un error puede resultar  en molestia popular, daño físico, fatalidades, una daño económico, o algo aun peor.

Sin embargo tengo que enfocarme al campo de TI, uno de los más fascinantes de todos y al mismo tiempo frustrantes; saludo a todas aquellas administradoras, programadores, técnicas, ingenieros y consultoras cuyo desempeño es merecedor de -por lo menos- un momento en el podio.

Ustedes son en verdad los héroes desconocidos de muchas empresas.

Me sirve tu batalla, sin medalla.”

–Mario Benedetti


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